No desde hace mucho tiempo, el
uso de tecnologías de redes digitales en procesos económicos
que fomentan la ruptura con lo anterior, la descentralización y el
sustento operativo de economías compartidas,
se ha convertido en unas nuevas fuerzas místicas del universo todo digital en el que continuamos
evolucionando.
Algunas de esas fuerzas ya se han
revelado al hombre, se han hecho realidades, y sus sectarios ya mueven los objetos prometidos, bienes y dinero, con sólo el
sentir de sus dedos en un teclado.
Otras fuerzas todavía permanecen
en proceso de revelación, cultivadas en altares arcanos por unos pocos iniciados en los misterios de
la programación estructurada y unos fieles que las alimentan con toda su fe,
bien en forma de enormes cantidades de financiación entregada a sus causas, o
en forma de tiempo y esfuerzo en divulgar las buenas nuevas que están por
venir.
Este es el caso de la todavía no
revelada fuerza BlockChain y otras TLDs (Tecnologías de Libros de registro
Distribuidos), que a juzgar por el número
y sapiencia de sus iniciados cultivadores,
la relevancia social, económica y financiera de sus más cercanos apóstoles
y fedatarios, su promesa se atisba de grandes bienes para la vida de los hombres.
O, … no
sólo bienes?
Los servicios de análisis del
Parlamento Europeo, en los que me apoyo para esta reflexión, nos dan algunas
ideas más sobre esta cuestión.
El efecto más profundo del desarrollo del uso de la
tecnología BlockChain/TLD podría encontrarse en impactos muy sutiles
sobre valores y estructuras sociales muy establecidas. Estos impactos están
asociados con los valores que se encuentran embebidos dentro de la propia tecnología.
Todas las tecnologías tienen valores y políticas, normalmente
representando los intereses de sus creadores. En este sentido, las razones por
las que los sistemas tradicionales de libros centralizados de registro de
transacciones formales, posicionan a sus creadores y mantenedores
como intermediarios indispensables son claras: dado que todas las transacciones
pasan por ellos, los creadores mantienen su posición de poder y además su
potencial capacidad para beneficiarse de sus usuarios, quienes a su vez
reafirman la indispensabilidad de estos sistemas y sus intermediarios como
valedores únicos de la información que albergan, cada vez que registran una
nueva transacción. Un circulo reforzado.
Por supuesto, un sistema de libro de registro de
transacciones distribuido, como propone la tecnología BlockChain/TLD, sin un valedor
central único de la información, cambia valores y políticas, colocando la
confianza en los varios participantes en la red, en su seguridad y
encriptación, distribuyendo el poder centralizado a estructuras de iguales no jerarquizadas.
En este contexto, utilizar este tipo de sistemas, aún por
regular, es participar en un cambio más amplio que reducirá la confianza en el
poder de las instituciones tradicionales, como son entre otros bancos y gobiernos, pudiendo esto ser generador de grandes tensiones, fuerzas y usos de actuales
poderes hacia conseguir un dominio avanzado
de esta compleja tecnología, BlockChain/TLD, o peor aún, a su adaptación
y evolución en propiedad, que de hecho convierta a sus exclusivos dominantes en
una oligarquía con nuevos poderes centralizadores, situación que es estructuralmente
contraria a la visión original de descentralización que todos los usuarios esperan
de la nueva fuerza por revelar.
Este escenario de permisividad no regulada en el desarrollo y
uso de la tecnología BlockChain/TLD, hacia aplicaciones todavía dominadas por
valedores y poderes exclusivos centralizados, se observa ya en algunos usos
públicos y privados donde se adopta a conveniencia únicamente cierta
funcionalidad básica de la tecnología, sin ofrecer la potencial
descentralización y transparencia.
Por otra parte, a primera vista, el carácter descentralizado, seguro y auto-sostenido de los libros distribuidos de registro de transacciones formales apoyados en la tecnología BlockChain/TLD, parece basarse o asumir un enfoque de autorregulación legal, que en principio funcionaría paralelamente a los instrumentos jurídicos tradicionales.
Sin embargo, mirando con más cuidado en las aplicaciones ya más avanzadas del uso de la tecnología, se plantean nuevas cuestiones legales y reguladoras que deben considerarse, ya que algunas de esas aplicaciones cuestionan principios fundamentales del derecho, como el jurisdiccional.
El carácter descentralizado y potencialmente transfronterizo (cualquiera que sean las fronteras de jurisdicción legal) de los libros distribuidos de registro, levantan dudas sobre cuestiones de qué leyes les aplican, que parecen podrán diluir responsabilidades legales y rendición de cuentas en una forma sin precedentes, lo que hace necesario un enfoque regulador armonizado a nivel transnacional y más pertinente en comparación con un ámbito local o regional, que podrían perder la posibilidad de control y respaldo de la legalidad de las transacciones (contratos inteligentes) recogidas en los libros distribuidos de registro, control que pasaría directamente a sus usuarios u otras partes del sistema dando forma a posibles organismos descentralizados y autónomos, ya que nadie (incluido el creador original) podría controlar los libro de registro una vez que se ha desplegado.
Esto se refuerza con la idea de que en la actualidad estos tipos de libros de registro no tienen reconocimiento jurídico alguno.
Estas ideas, no nos dicen que BlockChain, otras TLDs y los
libros distribuidos de registro de transacciones formales sean buenos o malos
en sí mismos, solo que podrá haber buenos y malos usos y desde luego que
necesitan desarrollarse dentro terrenos de juego con reglas y protecciones
claras para todos y desde ya